
Si hay algo que nuestros padres se encargaron de reforzarnos durante nuestra niñez fue el valor de la palabra. En tiempos antiguos, la palabra empeñada era suficiente para cerrar un trato o cumplir una promesa. Ahora tenemos contratos con letras pequeñas y cláusulas de escape por si no podemos cumplir o no nos conviene.
El valor del cumplimiento de una palabra dada manifiesta en nosotros nuestra integridad, carácter y respeto hacia los demás. Puede ser la diferencia entre que tengas más referidos de clientes porque tu servicio fue de excelencia; los amigos no duden de que pueden contar contigo o que los miembros de la familia se sientan amados.
Se cuenta de dos amigos que se enlistaron en el ejército. Un día fueron llamados a la guerra. El enemigo se acercó a sus trincheras y lanzaron una granada desde lejos. Uno de ellos se pudo salvar, pero el otro quedó malherido. Cuando uno de los soldados llegó al campamento y se dio cuenta de que su amigo no estaba, pidió permiso al sargento para irlo a buscar. el sargento le respondió: "No vale la pena; ya debe estar muerto". Aun así el soldado insistió y salió a buscar a su amigo. Tiempo después volvió al campamento, solo y cansado. El sargento le dijo: "Te dije que no valía la pena". El soldado respondió: "Oh sí que valió la pena. Cuando llegué, mi amigo estaba moribundo; abrió sus ojos y me dijo: 'sabía que vendrías', y múrió".
Donde hay confianza da asco. Es un refrán que deberíamos evitar incorporar en nuestra manera de relacionarnos, con conocidos o con extraños. La Regla de Oro dice: Trata a los demás como quieres ser tratado. Esto significa, entre otras cosas, que si quieres ser respetado, respeta. Si quieres que te respondan con prontitud, en una cita o en una promesa, actúa con diligencia primero. Si quieres que confíen en tí, aprende a manejar lo que escuchas con sabiduría e inteligencia y cumple lo que prometes aunque te cueste.http://www.lideresdeimpactoinc.webs.com
Excelente.
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